Tuesday, September 15, 2015

DEL NUEVO AÑO ESCOLAR EN VENEZUELA. José Carlos De Nóbrega

DEL NUEVO AÑO ESCOLAR EN VENEZUELA
José Carlos De Nóbrega

     Ante la inminencia del año escolar 2015-2016 en Venezuela y, desprovisto de nostálgicos lugares comunes, nos mueven gratos recuerdos ligados a la escolaridad. Más allá de la condición de aparato ideológico del Estado, se desarrolla un panorama íntimo y contingente: el magisterio matriarcal de Augusta en las primeras letras y la aritmética que va del convento portugués al hogar caraqueño y luego valenciano; los preciosos y blancos pies de la maestra de segundo grado; la presencia en la ausencia física de condiscípulos y profesores que marcaron nuestra adolescencia en Valencia [los compañeros Cruz Blanco y Mariela, amén de la docencia exigente y amorosa de Chelena y Lolita, por ejemplo]; y nuestra formación universitaria ucista y upelista cargada de disidencia y agradecimiento [los profesores María Narea, Carlos Zambrano, Alberto González, Elba Álvarez y Efrén Barazarte, además de los escritores Pérez Só, Rivero, Téllez y Angulo]. Mamá, mi primera maestra, nos recomendó siempre asociarnos a buenos docentes y amigos para inmediatamente agradecerles las atenciones recibidas. He aquí estas líneas reivindicativas, devotas y agradecidas.

     Por otra parte, pese a los desencuentros propios de la socialización escolar, nos sentimos orgullosos y satisfechos de nuestro oficio de obreros de la educación. Cuánta alegría nos da que algunos alumnos nuestros hayan accedido a la Universidad y a la profesionalización: Desde aquel travieso y díscolo muchacho que hoy ejerce la docencia, hasta los nuevos escritores que ofrecen muestras de inequívoca y sentida calidad literaria. La confrontación generacional, pese al perjudicial influjo de la educación autoritaria, el funcionarismo indolente y la mediocridad de muchos medios de comunicación, se convierte en diálogo transparente en casos muy significativos. La abuela del “Cuento Blanco” de Manuel Díaz Rodríguez, por fortuna, nos acompaña: “Maniáticos y egoístas, creemos que nuestra mezquina experiencia personal es compendio y resumen de todo el saber y desdeñamos a los jóvenes, con más razón a los niños”. No se puede combatir las modas impuestas por la banalidad del discurso mediático chillón e ideologizante, con viciosas poses beatas y moralistas que son diques secos que pretenden reprimir la fuerza avasalladora de la imaginación y la vida misma.

    Para reconvertir la escuela, no podemos ahogar la pertinencia y agudeza de las voces críticas que vindican tan solidaria y necesaria empresa. La educación no puede afincarse en frases hechas que ocultan el despropósito político e ideológico, mucho menos debe holgazanear en esa categoría espantosa que es la resignación. Como nos lo recuerda todavía la pluma anarquista y revulsiva de Manuel González Prada, no podemos conformarnos con integrar una orden mendicante de la Ciencia y la Literatura. La crítica que apuesta por una transformación en todos los órdenes, no se asimila a la maledicencia, la mezquindad y la revancha politiquera de voces tales como Auris Rivero y Orlando Alzurú. Las reivindicaciones salariales y de seguridad social de los docentes, no pueden ir a contracorriente de los intereses y derechos de estudiantes y representantes. Estamos conscientes de la delicada coyuntura económica que afecta al país. Por lo tanto, es menester que las comunidades educativas asuman su rol protagónico en el diseño y toma de decisiones que permitan superar el modelo rentista de una buena vez por todas.

     Sin condicionamientos enceguecidos, apoyamos las recientes declaraciones del Ministro del Poder Popular para la Educación, profesor Rodulfo Pérez, en lo tocante a la reorganización del currículo de educación media, la desburocratización del sistema educativo y la consolidación de un Sistema Nacional de Investigación y Formación Pedagógica. Por supuesto, partiendo del Decir transparente, el diagnóstico realista y la planificación ajena al ensayo y el error, para acometer realizaciones y soluciones que redunden en la calidad educativa que a su vez consoliden un modelo productivo emancipador. En tal sentido, es imprescindible el seguimiento y la evaluación permanentes –y sin miramientos- de este proceso de edificación de un país que nos contente y reconforte día a día. Sólo se puede entrar y salir de la escuela, el liceo y la universidad abriendo de par en par puertas generosas.

     Que este artículo sea final abierto que se muerda la cola, ello en la relectura del diccionario cínico de Bierce: “Emancipación. El cambio que experimenta un cautivo al pasar de la tiranía de otro amo al despotismo de sí mismo”.


Tuesday, September 08, 2015

SE SOLICITA CRONISTA CON PLUMA PROPIA. José Carlos De Nóbrega

SE SOLICITA CRONISTA CON PLUMA PROPIA
José Carlos De Nóbrega

     Después de dos años, el 3 de septiembre de 2015 fue constituido el consejo consultivo que elegirá al cronista de Valencia, en este caso, la persona que sustituirá al Doctor Guillermo Mujica Sevilla. No nos sorprende esta curiosa tardanza, dadas la paupérrima institucionalidad cultural local, de espalda a los cultores y artistas, y la banalización del discurso político en el país. El equipo que asume esta responsabilidad, no sólo debe determinar quién será el cronista y mayordomo patrimonial e histórico de Valencia, sino también adeuda a esta sufrida ciudad una posición crítica y asertiva en torno a su depredación ambiental, urbanística y mercantilista.

     Por tal urgente razón, el consejo consultivo encabezado por José Varela, presidente del Concejo de Valencia, y complementado por los ediles Fernando Núñez, Amarily Morales, Orlando Tortolero, Henry Alvarado y Manuel Molina, además del cronista Evencio Díaz, el historiador Carlos Cruz y el funcionario municipal Santiago Rodríguez, ha de enfrentar el afán manipulador del cabildeo o lobby que pervierta el proceso de postulación, consignación de recaudos y elección del cronista valenciano. Nuestra ciudad no puede seguir tolerando su desmantelamiento y destrucción de parte de los poderes fácticos e intereses de clase o tribu.

     Si bien las postulaciones y recaudos se recibirán en la sede de la Cámara Municipal hasta el jueves 10 de septiembre, este polemista compulsivo propone públicamente cuatro ases de la baraja y un comodín: los poetas José Joaquín Burgos y Luis Alberto Angulo, los ensayistas Pedro Téllez y Carlos Yusti, amén del promotor cultural Richard Montenegro. Todos ellos están avalados por una obra literaria y periodística, además de su indudable actuación de divulgación cultural y protección patrimonial. Por supuesto, nos anima también el hecho de que, cada quien en su estilo, ninguno se convertirá en una voz débil, burocratizante y claudicante en lo que toca a la defensa integral de la ciudad. Conocemos, de muy buena fuente, postulaciones políticamente correctas que entrañan la continuidad del bachaqueo multifactorial que ha convertido a nuestra Valencia de San Desiderio en una ciudad bombardeada inmisericordemente por la indolencia burocrática, el despropósito político y la mezquinad mercachifle.

     El nuevo cronista de Valencia ha de esgrimir pluma propia, a contracorriente del ejercicio vertical y bancario del Poder. No puede sepultarse en este Mausoleo de Desperdicios, de facto y metafórico, a esta ciudad cercada de odios, perjuicio estructural de lesa humanidad cuyos autores intelectuales están identificados: los dos más recientes y chirriantes burgomaestres, Edgardo Parra y Miguel Cocchiola. Como se puede constatar, no importa la etiqueta política e ideológica, cuando de vapulear a la ciudad y a los ciudadanos se trata. En el primer caso, tenemos el imperio del nepotismo y, en el segundo, la administración municipal remeda a la del Club Ítalo o a la de Maderas Imeca. Las “fuerzas vivas” persisten en quebrantar a Valencia en dos toletes clasistas: el Norte y el Sur, sólo que la fealdad física y arquitectónica, la contaminación ambiental y su espíritu hostil los hermana en la más abyecta decadencia.

     El cronista de Valencia no puede distraerse en la colección y la curaduría romántica de fragmentos históricos y anécdotas edulcoradas que, peor aún, funcionen como coronas fúnebres de este desmadre de larga data. Por el contrario, su apuesta amorosa va por una reconstrucción histórica y crítica de la ciudad, muy distante del fetichismo ideológico, la esterilidad academicista y la improvisación insubstancial. ¿Es posible la reconstrucción de la urbe que reivindique a la ciudadanía? ¿La institucionalidad política, cultural y académica tendrá el coraje de asumir la reflexión autocrítica necesaria que conduzca al rescate del patrimonio material e inmaterial de Valencia? No se trata entonces de los malos hábitos del funcionariado que justifican su salario y peripatético poder en la medianía funcional y, sobre todo, en la ausencia e ignorancia de una cultura de auténtico servicio a las comunidades.

     He aquí dos poderosos referentes y puntos de apoyo para aquel que se precie de ser un atento cronista de su ciudad y tiempo histórico: los escritores José Rafael Pocaterra y Enrique Bernardo Núñez. No basta quitar el moho y la mierda de las palomas en sus estatuas, sino una reconsideración crítica y sentida de su obra literaria. Es menester el rigor y la transparencia del Decir y el Quehacer por la Valencia de nuestros afectos.

                                       Blasina Ríos de Marín, valenciana nacida en Los Sauces,
                                       simpática matrona y trabajadora insigne

Sunday, September 06, 2015

EL DESIERTO EDITORIAL DE CARABOBO. José Carlos De Nóbrega

EL DESIERTO EDITORIAL EN CARABOBO
José Carlos De Nóbrega

“Conservador. Hombre de Estado al que los males presentes le encantan y que por tanto difiere del liberal, quien desea sustituirlos por otros diferentes”. Ambrose Bierce: Diccionario del Diablo.

     Fuimos invitados, sin saber a ciencia cierta por qué, a una reunión en la sede de la Secretaría de Cultura de la Gobernación del estado Carabobo, ubicada en el adefesio arquitectónico llamado “Museo de la Cultura”. La agenda de tan inusual cónclave se centraba en un censo de escritores, la política editorial estadal y la seguridad social de los cultores literarios.

     La reunión, además de un bajo y poco significativo quórum –lo cual apunta a una frágil convocatoria-, se inició con una hora de retraso. El presídium estuvo integrado por especialistas jurídicos y una pléyade de funcionarios con cargos rimbombantes: los abogados Johnny Pérez, Jesús Villegas, Pedro Cabrera y las directoras ejecutiva y de Desarrollo Humano de la Secretaría de Cultura, Mónica Valencia y Chemir Colina. Repentinamente, surgió un tema fuera de la agenda en la convocatoria: el Plan Nacional de los Derechos Humanos. Los abogados ductores realizaron una exposición general sobre los derechos culturales de los venezolanos, haciendo referencia a la Constitución, la Ley Orgánica de Cultura y otros instrumentos jurídicos relacionados con el tema. Observamos con desconcierto que el discurso estéril del panel exaltaba, en una perniciosa lectura de solapa, a los colectivos [organizaciones sociales de vital importancia] para despreciar lo individual [una cosa es individuo y otra individualismo]. Nos quedamos con ciertas voces solitarias y aguafiestas, como Ambrose Bierce y Domingo Alberto Rangel, pues nos previenen acerca de las manipulaciones demagógicas de politicastros y burócratas de medio pelo.

     Lo que más nos indignó, fue el discurso y la praxis del funcionarismo que se enseñoreó de este lamentable encuentro. Por ejemplo, la seguridad social no es una contraprestación para los ciudadanos, se convierte en un valor de cambio para mantener a funcionarios indolentes en sus puestos, en otras palabras, la intermediación burocrática es un dique oscuro que contiene los procesos de cambio. Incluso, se estaba ponderando las bondades de los contratos de seguros privados, como si se tratase de una sesión de ventas de Dianética o Tupperware. Esa gran masa de dinero que va a la banca y las aseguradoras, debería destinarse para fortalecer el sistema nacional de salud. Desde el punto de vista político, los funcionarios apostaron entre líneas por la representatividad a expensas de la democracia participativa. Es la reivindicación del claustro en donde pocos transan nuestra calidad de vida con fines inconfesables.
   
     Respecto a la política editorial de la Secretaría de Cultura, aduciendo la crisis del papel en el país, la Directora Ejecutiva y de Publicaciones desterró del estado Carabobo la publicación de libros en físico. Nos parece que esta grey de burócratas considera que se ahorran costos por partida doble: no publicándolos para no quemarlos en la pira funeraria del arte literario local. Se sacrifican dos pájaros en un solo holocausto. Propuso la publicación digital de los títulos, sin hacer referencia a ningún tipo de detalles que le escamotearan el almuerzo (la funcionaria apeló al estribillo para cantar una pavosa elegía: ¡apuren pues las propuestas, que ya son las doce!). Por supuesto, los libros serán sometidos a un Tribunal encapuchado [o, peor aún, encapillado] bajo el eufemismo del arbitraje. La estulticia y mediocridad del discurso inculpó a los cultores de la precaria promoción de las artes en Valencia de San Simeón el estilita: sus desencuentros y egos importunan de nuevo el almuerzo y la siesta de funcionarios tan abnegados. Es un anatema publicar la obra completa de Vicente Gerbasi, José Rafael Pocaterra, Teófilo Tortolero, Ida Gramcko o Tomasa Ochoa, entre otros, según esta nueva resolución de provincias.
    
     Reiteramos, pues, que esta Secretaría arroje la máscara y acompañe a las autoridades universitarias al Sambil, pues esta locación es la más adecuada a su despropósito mercantil. Dejen que los escritores hagamos justicia poética por nuestra propia cuenta.



TRES MUJERES EN NUESTRA POESÍA DE HOY (y III). José Carlos De Nóbrega

Tres Mujeres en nuestra poesía de hoy (y III) José Carlos De Nóbrega
    
     María Alejandra Rendón posee dos libros publicados: "Sótanos" (2006) y "Otros altares" (2007). Además de la poesía, ha incursionado en la actuación. Tuve el privilegio de tenerla como alumna de postgrado en la Maestría de Literatura Venezolana de la Universidad de Carabobo. Su compulsión vital que, por supuesto, repercute en su trabajo poético, se fundamenta en una actitud asertiva e inquisitiva digna de una niña traviesa, vivaz y precoz. El texto “Poética” es una muestra indiscutible de tal compulsión en el Decir: “El poema goza de independencia completa / y en la mayoría de los casos / tiene toda la razón / aunque no diga lo correcto”. La palabra supone una labor insomne y rigurosa que, paradójicamente, nos conduce a un estado de gracia y placer, sustentado en la libertad expresiva y creativa que recrea y cuestiona activamente al mundo. Se vive el poema en la apostasía más descarada, pues la gente “decente” es un dique idiota que contiene la acuciante necesidad del cambio: Esto es que los muertos entierren a sus muertos. En un texto dedicado a un Cristo comunista despojado de slogans automáticos y gritos apocalípticos de comisarios y cardenales, leemos: “Él lo supo / yo siempre lo supe / aún lo sé / lo único que ha cambiado / es la forma de matarnos / unos a los otros”, sean las cruzadas o el yihad campañas no sólo bélicas sino ideológicas. María Alejandra comparte con el poeta brasileño Antonio Miranda, no sólo el cruce de caminos entre la poesía y la dramaturgia, sino también una hermenéutica lúdica que transfigura a Cristo reduciéndolo a la fragilidad carnal, recurso que humaniza a la divinidad de la misma manera que los tallistas populares. El discurso poético comprometido troca en papa caliente que derrite el paladar en la ausencia del despropósito panfletario, lo cual nos reconcilia con "Taberna y otros lugares" de Roque Dalton y "El soldado raso" de Lêdo Ivo. La revolución, en tanto discurso y praxis, no apunta a lo políticamente correcto, reconviene y ataca sin piedad todo convencionalismo mental y estructural; de lo contrario, su implementación física y funcional (la Comuna engullida por el Estado burocrático) declinaría en una monarquía apoyada por un partido comunista.

     "Aunque no diga lo correcto" es un poemario inédito que ratifica esta vocación por la diafanidad brillante de la expresión poética. Importa más la vida que el egotismo alienante de una visión trunca del oficio escritural: “Escribo sólo cuando tengo la certeza / de un resultado fiel a la intención, / aun cuando se trate de reconocerme abominable. / Me es útil corregirme en el hecho / más que en la palabra”. Hay un afán desmitificador que se manifiesta en el trazo espontáneo, vivo y franco que se enseñorea de la desnudez primaria de los objetos. La casa, por ejemplo, se nos presenta de par en par, embargada por la ausencia de la pirotecnia formal que conduce a una consideración metafísica y descarnada de la cotidianidad; pareciera decir que el uso abusivo y esteticista de la metáfora enmascara las relaciones de Poder que enmohecen y oprimen a los hombres. Como lo sostienen Gustavo Pereira y Lydda Franco Farías, el peor de los oficios trae consigo una palabra dura que reivindica la transformación de este mundo al alcance de la mollera, el corazón y las tripas: “Hemos recuperado nuestras cabezas / atornillándolas al corazón”.

     Esperamos que esta febril glosa apologética a estas tres grandes amigas, Norys, Niddy y María Alejandra, se salga con la suya. Comprobará la comunidad de lectores que la poesía de nuestras mujeres atraviesa un buen momento, más allá del optimismo de cartón piedra que consuela a los incautos con paraísos artificiales.


Monday, August 10, 2015

LAS PIERNAS BIEN TORNEADAS DE LA SILLA. José Carlos De Nóbrega


LAS PIERNAS BIEN TORNEADAS DE LA SILLA
José Carlos De Nóbrega

     A pesar del sustrato machista que anida aún en nosotros, la literatura escrita por mujeres funciona en mí como antídoto y bálsamo que curan el “yo” enamorado. El remedio presenta varias fórmulas que integran una deliciosa nomenclatura: Emily Brönte, su tocaya Dickinson, Susan Sontag, Clarice Lispector, Ana Cristina Cesar, además de las venezolanas Enriqueta Arvelo Larriva, María Calcaño, Ana Enriqueta Terán, Laura Antillano, Norys Nicoliello, Ximena Benítez, Annel del Mar Mejías y Sol Linares, entre tantas otras. En verso o en prosa, nuestras escritoras nos han arrullado con palabras mágicas al igual que la joven madre del film “La noche de San Lorenzo” (1982) de los hermanos Taviani. He de confesar mi entusiasmo de enjambre por la obra narrativa de la trujillana Sol Linares, una de nuestras mejores voces en tiempo real. Sus tres volúmenes de cuentos a la fecha [“Cuentafarsas” (2010), “La Circuncisa” (2012) y “La silla cruza las piernas” (2015)], nos obsequian textos que acarician vivaz y eróticamente la perfección. Valga una ojeada cómplice a “Bitácora de ti”, “La circuncisa” y “Cuento de la psicosis” respectivamente. Además, Sol ha incursionado en el cómic con “Chucenita”, esa pelirroja traviesa que nos importuna -por fortuna- en las páginas dominicales del diario “Correo del Orinoco”.

     “La silla cruza las piernas”, editado por Fundarte, es un conjunto maravilloso y personal presidido por la diversión lúdica, el sarcasmo y un aliento poético y vitalista de excepción. Constituye un acto de afirmación muy suyo que se verifica también en sus dos novelas “Percusión y tomate” (2011) y “La canción de la aguja” (2013). Más allá del tomacorriente y el enchufe como arquetipos lectores cortazarianos, el discurso narrativo se nos presenta como una red encantadora, contingente y muy bien dicha. Los referentes literarios, a la mayor gloria jesuítica si no S.J. con nosotros, no significan poses culteranas ni narcisistas, pues entrañan devoción amorosa y terrena por los nuestros, sin importar su ubicación topográfica o temporal. La literatura, eso sí, implica ubicuidad emocional y placentera tanto del que da como del que recibe a contracorriente de la muerte. Bien se centren los chismes o comentarios en Eurípides, Dostoyevski o Groucho Marx. Detrás de la conmovedora simplicidad de “El pupitre de un cínico”, se mixtura la candidez adolescente con la lectura salvaje e irreverente del Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce, por supuesto, para contrariar a la escuela en tanto aparato represor e ideológico del estado burgués o estalinista. No nos olvidemos, por ejemplo, de las peripecias de cuatro venezolanos cebando mate a partir de “Rayuela” que leímos en su segundo libro de relatos. La lectura y la escritura se amalgaman en un juego meta-poético que excede la preceptiva academicista y la aridez del discurso mediático. En “Hipnosis en silla de mimbre”, Loti [¿o Chucena?] considera las vicisitudes del oficio literario al inventar a su escritor fracasado y timador de sí mismo, esto es la inversión y elisión del punto de vista narrativo: “Sin ser un escritor me sentí un escritorzuelo”. La compasión satírica desdice el éxtasis egocéntrico y alienante del medio intelectual como tal.

     La brevedad de “La silla de Judas” se nos antoja un texto puente que nos remite a referentes disímiles como la dupla Van Gogh / Pérez Só, Héctor Murena y Miguel Otero Silva. La transfiguración ficcional del episodio bíblico del traidor, alude a la transubstanciación del objeto poético, el discurso ocultista y políticamente incorrecto, amén de la parodia literaria e histórica de fines inconfesables. Los convencionalismos culturales son trizados impíamente en “Crujiente como el nombre de Tarkovski”, pues la confundida protagonista expresa al lector su desazón y abulia sin cuartel. Lo intelectivo no puede deslastrarse de los gustos ni de las repulsiones, tal es la esencia que anima empresas dislocadas como las revistas literarias.

     Si algo caracteriza a nuestra afanosa y obsesiva autora, es la configuración problematizadora e introspectiva de los personajes, sobre todo al exponerlos a situaciones límite que bordean el absurdo, la incomunicación y el desarraigo exógeno y endógeno. Hay atractivos vasos comunicantes con Cervantes [la noveleta del Curioso impertinente], Henry James [La lección del maestro] y Clarice Lispector [La Pasión según G.H.]. “Paraguas close up” conjuga un juego de seducción lésbico que se obstina al confrontar con la vacuidad cotidiana, situación sazonada con unas imágenes primarias y eróticas sin par, de donde la cópula de lo objetual y lo imaginario excita y extravía los sentidos: “Pero la mujer que esperaba se hallaba atascada dentro de un paraguas junto a una extraña que olía a peras”. Nos retrotrae las erecciones furtivas provocadas por la película “El Ansia” de Tony Scott, esta vez las vampiras Denueve y Sarandon hacen el amor con Debussy de cortina musical. El motivo de la silla que unifica y se desparrama impunemente en el corpus narrativo, muta en la metáfora del dolor que es el contrapunteo del desamor de “En una terraza dos sillas”: Tatiana y Fernando se baten en un duelo silencioso e inmisericorde que reivindica la fragilidad humana, la precariedad ontológica y el perdón hecho claudicación [“Sufro tanto cuando el sol se guarda”, tal es su fado vallejiano].

     Hay dos relatos esquizoides de vinculante e iluminada lectura: “La silla cruza las piernas” y “Cuento de la psicosis”. El primero posee un sesgo auténticamente dadaísta, prevaricador y juguetón. La terapia a la deriva, sin duda otro combate cuerpo a cuerpo entre Gigi y su Freud portátil, se registra en un discurso narrativo y clínico impregnado de la imaginería inmediata de Magritte, además de las películas corrosivas de Nani Moretti que carnavalizan al marxismo y el psicoanálisis en un mercado periférico. La disolución del yo se desarrolla en una sucesión de gags dignos de una comedia de las equivocaciones: “Porque Gigi es tonta para moverse en la realidad, pero dentro de su imaginación es fuerte, vil, despiadada”. El segundo constituye una de las mejores muestras del género psicologista en el país, lo cual emparenta a Sol Linares con el “Abigail Pulgar” de Mariño Palacio, los Sonetos Imbrios de Rafael José Muñoz o el relato “Luz, ceniza y espuma” del paciente A.S.M. que motivó la censura de la revista “Nanacinder” del Psiquiátrico de Bárbula. En este caso, el discurso psicótico se traduce en clave poética y desenfadada que nos solidariza y vincula con el Otro: “Acabó mi monólogo de flan sufrido, delirio, agua vacía derramada en mi piel, la foto de una voz planchada en el crepúsculo. Acaso, ¿no fue el vientre de mi madre mi primer manicomio? La boca del padre sabe a vela, a jabón cansado y sal”. Reiteramos la lectura atenta del cuento “La Circuncisa”, un texto magnífico que rinde un homenaje sentido a la obra de Clarice Lispector, uno de nuestros más grandes y profundos afectos.

     Sol nos invita a despedazar el ego en la latencia del Amor Loco, apelando a las más diversas y paradójicas vías, para posibilitar la ruptura de la homogeneización opresora del alma y sus entresijos. No en balde, Legión nos llamamos todos porque somos muchos.

Wednesday, May 06, 2015

TRES MUJERES EN NUESTRA POESÍA DE HOY (II). José Carlos De Nóbrega

Tres Mujeres en nuestra poesía de hoy (II)
José Carlos De Nóbrega

La obra poética de Niddy Calderón comprende los títulos Sonata con animales (2002), Poesía (una risa que se ríe de mí) de 2005 y Poemas para llevar (2013, aún inédito). La primera incursión poética, como reza su título, deviene en una revisión libre y concienzuda del género del Bestiario. Por tal razón, Cristo envió una legión de demonios a una manada de cerdos que posteriormente se despeñaría al mar. Nos reconocemos, pues, en la animalidad: “en los animales de mi espejo / hay una voz antigua / frente a la que suelo callar”. Hay entonces una alusión y una revisita crítica que va de las Fábulas de Esopo, pasando por los textos de zoología fantástica de Jorge Luis Borges, hasta arribar al Bestiario hecho cuentos y novelas de Wilfredo Machado.

"Poesía (una risa que se ríe de mí)" es una estupenda propuesta de Ars Poética, caracterizada esta vez por un cortante y desmitificador sentido del humor en el abordaje del oficio poético como tal. Desdiciendo los inútiles escarceos de la crítica profesoral en la apropiación del poema -vocación estúpida e inevitable en los cursos de letrillas de nuestras universidades-, simula una sonsa taxonomía que se afinca en su corteza como una traviesa tiña: desfilan poemas necios, cursis de mujer, onanistas, acreedores de concursos amañados, new age, lunares, efectistas, político aleccionadores, necrofílicos, inútiles y pare usted de catalogar. Por ejemplo, en el POEMA CURSI DE MUJER hallamos la requisitoria de cierto discurso que estigmatiza la poesía hecha por mujeres en Venezuela desde los años ochenta; la cama no es más que la mesa en la que la voz poética se desgañita en un panfleto feminista, diseccionando el cuerpo en tanto sujeto u objeto sexual asediado por el macho de turno: “Nombra al menos una parte del cuerpo / habla de pezón, labio, pene, piel / Es capaz de conquistar a cualquiera / suscitar erecciones o alergias”. No se trata del sollozo ramplón que se sumerge en la abulia, sino del llorar y crujir de dientes que apareja fallar en la revelación profética de la poesía (patente, por ejemplo, en la música sutil de los pétalos del tulipán que caen al piso; patética en el tañer obsceno de trompetas apocalípticas). Por otra parte, el POEMA GANADOR se cose y cuece en la condena a las posiciones acomodaticias que son irreconciliables con la majestad de la Poesía: “Está bien escrito / consigue un hallazgo poético / se amolda a los criterios que alega / el comité que lo examina / puede ser un poema malo o bueno / no importa / El poema ganador es lo más cercano / al gusto del jurado / y a veces nada más”. La intención no deja lugar a dudas, detrás del tratamiento satírico del tema se oculta una sentida preocupación por el poema, corpus textual que trasciende su frágil soporte. Su coraje ovárico va más allá del afán de diferenciarse respecto a la versificación desencaminada de escuelas poéticas absurdas, las cuales no son más que la proyección del espíritu amputado de una crítica enceguecida y atribulada.

"Poemas para llevar" es una reunión inédita de textos que recapitula el libro anterior. Nos parece colindante con una propuesta más conversada, espontánea y antipoética en una celebración pertinente a la voz del centenario y adolescente Nicanor Parra. La mordacidad y el desparpajo arremeten contra el consumo de cachivaches y fetiches de diverso tipo. Incluso nos retrotrae la terca e irreverente propuesta musical de Joaquín Sabina, la cual –por fortuna y afán libertario- hace añicos la insoportable lírica presuntuosa del guatemalteco Ricardo Arjona. El tratamiento del lenguaje se hace cada vez más hablado, inmediato y prevaricador. El Centro Comercial, como lo hemos dicho muchas veces, se ha impuesto impíamente como la propuesta museística burguesa del siglo XXI. Tal adefesio arquitectónico y social se hace extensivo en el diseño y el funcionamiento de nuestras urbanizaciones, centros académicos, medios de comunicación y organizaciones políticas. El descarnado sarcasmo apuesta al desmontaje del latrocinio mercachifle.

                                                          Óleo de Richard Camacho

Sunday, May 03, 2015

AQUÍ Y AHORA. Luis Alberto Angulo

AQUÍ Y AHORA
Luis Alberto Angulo

     Una de las características del envejecimiento es la que nos ensimisma en los recuerdos más lejanos. La pérdida de la memoria cercana nos retrotrae entonces a lo distante. Cuando envejecemos, la mirada, sin embargo, se centra en lo inmediato, en lo que nos rodea. Apenas si vemos el conjunto. Es peculiar que lleguemos a un sitio y no reconozcamos a nadie. Algunas veces porque no hay a quien reconocer o porque no vemos a nadie más, centrados sólo en el desplazamiento de nuestra dolida humanidad.

     Es natural que al envejecer vivamos aferrados al pasado, siendo la única certidumbre para asirnos al presente. El hoy trocado en perplejidad certifica, no obstante, la certeza de un ciclo que prescinde de nosotros sin solicitar licencia, pese a las ostensibles señales que va dejando. Cuando somos jóvenes vivimos el presente con la certidumbre de que existe un futuro. Carecemos entonces de “memoria histórica, experiencia, pasado”, hecho sustituido continuamente por las ideas y el parecer del mundo en que vivimos. El peso de la cultura y lo “digerido” es alojado a través del lenguaje y sus sistemas, al joven integrante que vive la ilusión de estar pensando por sí mismo.

     Pese a las contradicciones y los antagonismos sociales, las ideas que van a prevalecer en un mundo caduco son las mismas ideas envejecidas que lo reproducen, justifican y salvaguardan. La presunta autonomía del pensamiento y de la individualidad, obedece a un complejo discurso que amalgama a todo, pese a la fragmentación que también cercena su totalidad. El viejo añorando empecinadamente el pasado y el joven anhelando futuro, comparten actitudes similares. El extrañamiento es equivalente. La percepción condicionada del presente en ambos sujetos es ostensible. Los extremos de la negación y de la credulidad impregnados de sentimientos y emociones, perturban la comprensión del momento único e irrepetible de la vida a secas, sin proyecto, de cada uno de ellos.

     Sin embargo, no hay que ser viejo para sentir nostalgia. Ni es imprescindible ser joven para tener esperanza. Continuamente asumimos ambas tendencias sin que una excluya totalmente a la otra, y pese a que se señalen campos antagónicos, para decirlo de alguna manera, entre el llamado nihilismo y los anhelantes. El problema sin embargo, no es la hipotética o real contradicción entre esas actitudes, que por demás ha permitido una discusión plena de hallazgos y de lucidez intelectual. No es entonces filosófico lo que intento plantear ahora. En primer lugar porque ese es un campo demasiado fecundo para asumirlo desde el puro estatuto del decir y de la licencia poética que otorga. Tampoco es el tema de un modesto artículo de opinión sobre lo cultural. La contradicción que señala es la imposibilidad de percibir correctamente la realidad enfocados en el pasado o intentar vivir el presente desde la ilusión del porvenir.

     La realidad venezolana, por ejemplo, no puede ser avistada de manera significativa por quienes todavía están procesando el pasado desde la nostalgia, los prejuicios y las aspiraciones que prefiguran el incierto futuro. Ciertamente “el país” reclama de sus intelectuales a que se le piense, pero desde luego, también reclama a sus lectores, conocer y reconocerse en quienes lo hacen. Estudiar y ver al país desde esa perspectiva debe tornarse en presencia, actualidad y no mera nostalgia y justificación para encubrir la somnolencia, el desgano y la esterilidad. La negación pura es una forma de caducidad, pero la afirmación del puro optimismo se muta en desvarío. “Ver las cosas como son, aquí y ahora”, es superar los condicionamientos que conducen a los extremos de la ilusión.

     Los restauradores, que plantean el retorno del país hasta donde lo dejaron cuando perdieron el control político del mismo, están en el extremo que les conduce a negar la realidad y entrabarse en una ineptitud sin precedente. La “enfermedad infantil”, según un revolucionario sin fronteras, asentada en el otro extremo, es otro peso muerto que termina beneficiando a quienes pretende combatir. Un efecto inesperado que, desde luego, también acompaña a los primeros. En medio de esos extremos existe una otra realidad, posiblemente la realidad, que al no ser reconocida como tal hace que todos se despedacen contra ella.

     Hay que leer mejor y discutir a Picón Salas, también a otros “aceptados” como: Rengifo, Briceño Guerrero, Araujo, Miliani, Mosonyi, Mosca, Nazoa, Ludovico, Prieto, Acosta Saignes, Brito Figueroa, Malavé Mata, Bernardo Núñez, Pardo, Otero Silva, Domingo Alberto, Uslar Pietri, Liscano, Adriani, Díaz Solís, Briceño Iragorry, Díaz Sánchez, Cabrujas, Febres Cordero, Fombona Pachano, Gabaldón Márquez, García Bacca, Maiz Valenilla, Ramón y Rivera, Argenis Rodríguez, Lanz, viajeros hacia el amanecer.

ANA ENRIQUETA TERÁN O EL CORAZÓN DEL ÁGUILA. José Carlos De Nóbrega

ANA ENRIQUETA TERÁN O EL CORAZÓN DEL ÁGUILA
José Carlos De Nóbrega

     “Apuntes y congojas de una decadencia novelada en tres muertes” (2014) de Doña Ana Enriqueta Terán, primera incursión novelística publicada por la Fundación Editorial El perro y la rana, nos obsequió una experiencia inigualable y harto placentera: Esta maravillosa novela coquetea, por fortuna, con la musicalidad clásica del soneto y la oralidad popular, rural y andina de la décima. La palabra recrea así nomás mestizajes alambicados y entrañables, eso sí, en el predatorio y dinámico marco de las relaciones de poder que encabritan a los hombres. Si bien no sólo hay alusiones autobiográficas sino también al devenir mismo de su obra poética [léase, por ejemplo, en voz alta el poema “Estancia de las Casas Vividas”, Piedra de Habla, 2014, Biblioteca Ayacucho, pp. 305-309], la novela nos parece uno de los mejores ejercicios de ficción literaria de los últimos treinta años en el país. Son abundantes sus virtudes narrativas que redundan en la calidad plástica de sus atmósferas, la construcción apasionada de los personajes y las modulaciones múltiples de la voz que cuenta y canta hasta cien para desandar o revisitar un siglo. Paradójicamente, autores como Gabriel García Márquez o Adriano González León cierran el ciclo con libros sobre la depreciación nostálgica de la vejez; en cambio, Doña Ana intenta la senda inversa, esto es la recuperación poética de la infancia que trasciende la Utopía romántica.

     Las protagonistas son indudablemente maravillosas en la precariedad, la contrariedad, la fortaleza y los silencios de afuera y de adentro: Doña Juana Teresa, la abuela y la casa; Ama Ina, la sierva devota y celestina; y, por supuesto, Manuela, Isabel María, Niña Chayo, y Niña Candela, nietas y cuentas preciosas del rosario familiar contingente que se reconcilia con los anillos de la sierpe que pende de la viga principal del techo. Panchita, la culebra tuquí, no encarna la culpabilidad de la mujer infligida por el macho semental y patriarca, ni muerde su calcañar, por el contrario, las acompaña en las lazadas cómplices viga a viga. El mea culpa tampoco funciona a nivel socio-económico, pues cunde la humanidad inmediata de godos y campesinos, niñas mantuanas y guarichas: “¿A ras de quién establecer culpas? Eran circunstancias. Intensos momentos en extensión de paño interno”. He aquí la hermosísima irrupción del Bestiario, factor poético y metafórico de primer orden que afinca la compleja, sentida y escurridiza personalidad de cada quien, “el goce del tacto era el acercamiento a la bestia de uno”: el escudo matriarcal encarnado en el águila de Doña Juana Teresa, encadenadas ambas en la casa; el cordero de Isabel María; o el coleccionismo entomológico de Niña Chayo que se apropió no sólo de coleópteros y escarabajos, sino de otros animales y seres humanos amados.

     Por supuesto, nuestras mujeres se oponen sutil y silenciosamente al conservadurismo seco de la sociedad andina de aquel entonces: el “PURO LEER” de la matriarca, desde los clásicos rusos al Siglo de Oro español; pasando por la depredación sexual de Niña Candela o el ateísmo encubierto en la compulsiva religiosidad de Niña Chayo; hasta el dolorosísimo y vindicador ejercicio escritural de Manuela, desprovista de toda Victoria posible, “¿Será la palabra la única victoria de Manuela?” [¿Qué tal les parece este llamado interior: “Despacito, Manuela, no se desboque; prados de hoja menuda no destruya”, sazonado con la musicalidad inherente de un verso de arte mayor?].

     Reiteramos que el lenguaje, en sus diversas implicaciones, es la línea central e indagatoria de “Apuntes y congojas de una decadencia novelada en tres muertes”. Constituye por una parte la revisión y recapitulación de la pasión escritural de nuestra autora. Son evidentes los puentes que establece con la “Autobiografía en tercetos…” de 2007, especialmente en los casos de “Invocación a la madre” y “Ríos de infancia”; asimismo con la “Antología poética” de 2005, lo cual comprende la afinidad temática y las peculiaridades musicales e imaginativas de su discurso vital y personalísimo. Más importante aún, hemos de destacar el afán multidisciplinario que repercute hondamente en la construcción de este microcosmos novelístico: la prosa es olorosa al fogón de Ama Ina y al jardín cuidado por el infértil Juan Carlos Macchi; el discurso científico botánico y zoológico es motivo de apropiación y reconversión poéticas de la tierra y el paisaje; la condición de mujer se expone con bella crudeza comadrona y sin concesiones estilísticas: “Qué significa sangre menstrual en trapos viejos, (…), como si la sangre necesitara símbolos de poder, de tradición, para el holocausto de la inocencia y el suceso inaudito de la belleza”. Los recovecos del habla que mixturan lo culto y lo popular no sólo recobran viejos términos, sino que imponen al cuerpo y el alma significados inéditos y juguetones: <>. La lengua absuelta por el vuelo y el reptar poético, nos mueve al morbo y al voyerismo cuando de espejos se trata: la mirada oblicua que se desparrama en el pie equino de Isabel María (acariciado por Cheo Castejón o el mismísimo lector) o la desnudez virginal de Niña Chayo. La ceremonia transcurre entre la mascarada y la deglución caníbal del objeto luminoso del deseo, digresión sensual mediante.

     Aplastando la cabeza mezquina de la deslenguada mapanare que fracasa en herir su calcañar, nos reunimos en el hospitalario patio para enhebrar un texto amoroso, encuentro de la poesía, el ensayo y la pintura, con el cual José María, Luis Alberto, Vladimir y José Carlos celebren a Ana Enriqueta acicalándose y persignándose en la ceremonia cotidiana y salvífica del poema.

     Excusen, pues, el entusiasmo de estas notas dispersas y enamoradas, que celebran a nuestra queridísima Ana Enriqueta en su cumpleaños pleno de mocedades.

Sunday, April 26, 2015

3 MUJERES DE NUESTRA POESÍA HOY (1). José Carlos De Nóbrega



3 MUJERES DE NUESTRA POESÍA HOY (1)
José Carlos De Nóbrega

"Todavía me sabes, / quemadura de amor! / Y el cuerpo deletrea / el suplicio feliz". María Calcaño.

"callada no hago peso / desnuda estoy a salvo / lo digo ante el espejo / se lo digo a tu silencio". Lydda Franco Farías.

Teniendo como antecedentes las voces de María Calcaño, Enriqueta Arvelo Larriva y Ana Enriqueta Terán, por ejemplo, nos proponemos conversar sobre la obra poética de tres grandes amigas nuestras: Norys Nicoliello (Falcón, 1966), Niddy Calderón (Valencia, 1972) y María Alejandra Rendón (Valencia, 1986), con las cuales hemos compartido espacios culturales, académicos y festivos en la inhóspita, bien amada y descoordinada ciudad de Valencia de San Simeón el estilita o Valencia de San Desiderio como la mienta Slavko Zupcic. Norys

Nicoliello ha publicado a la fecha tres poemarios: El acecho del cordero (2002), Volverme Alúmina (2008) y La Luna de Adelia (2008). Quehaceres de Adentro (2014) constituye su más reciente título, inédito aún. Embargada la voz poética multitudinaria por la diversidad del paisaje (la serranía falconiana, la altura neblinosa de Carayaca o una derruida Valencia del Rey), esta poeta exhibe un denodado compromiso contundente con la palabra, manifiesto en un oficio escritural brillante e inmediato, desprovisto de las estridencias ornamentales y artificiosas del estilo, no en balde la audacia de su propuesta poética. "El acecho del cordero" configura un tríptico lírico que comprende el bestiario, la recreación de la serranía de Falcón (Corubo) y su confrontación con el paisaje urbano descoyuntado (Casa de paso).

"Volverme Alúmina" es uno de sus poemarios más celebrados por nosotros, no sólo por su alto vuelo poético, plástico e imaginativo, sino también porque representó mi segundo libro como editor en la Imprenta Regional Carabobo de la Fundación Editorial el perro y la rana (el primero fue el volumen de cuentos 13 fábulas y otros relatos de Richard Montenegro). En este precioso y carísimo conjunto predomina un careo aproximativo al tema de la muerte, esta vez ligado a la alquimia de la vida y la palabra que transita de la transformación a la resurrección apoteósica de la carne y el alma.

"La Luna de Adelia" nos ratifica la evolución del discurso poético personal de Norys Nicoliello, pues amplía sus preocupaciones temáticas y estilísticas provenientes de las dos incursiones anteriores, amén de depurar la transparencia expresiva y musical asida vívidamente a la Poesía del Decir. Recurre nuevamente a la estructuración de un tríptico: Se suceden eslabones o peldaños en ascenso titulados "Juegos de Niebla", "Soñamos con días ilesos" y "La Luna de Adelia". La interiorización y plasticidad del paisaje de montaña se desdibuja en la inmediatez del lenguaje, mixtura primaria de la lengua culta y la oralidad que tapiza el ámbito familiar (la casa y el conuco). Persiste la simplicidad de la expresión poética en la presencia de metáforas elementales que casi aniquilan a la puntuación y la adjetivación; el ritmo y la melodía son proveídos por el verso breve y despojado.

"Quehaceres de adentro", en las apariencias de una primera lectura apurada, representa la coleta del gracioso papagayo o cometa que es el corpus poético de Norys Nicoliello antes esbozado. Sólo que si la mirada se prende al rabo multicolor, experimentaremos las hojillas que cortan salvajemente el aire y las manos que pretenden asirlo con desesperación. La inmediatez y diafanidad del poema albergan, esta vez, la contundencia y la aspereza de la palabra forjadas en la tensión vertiginosa del vivir: "Me aquejan los quehaceres de la casa / me obnubilan en la rutina / por qué esa manía de orden / por qué esa obsesión de limpieza / la rutina es el escape / de los quehaceres de adentro". Esto es el desencuentro entre Apolos y Dionisio: No logramos distinguir ni conciliar la Utopía y la Distopía en procura del cambio endógeno que repercuta en el entorno exterior.

ELOGIO RETICULAR DEL LIBRO Y SUS ALREDEDORES. José Carlos De Nóbrega

ELOGIO RETICULAR DEL LIBRO Y SUS ALREDEDORES
José Carlos De Nóbrega

A la amada dupla doctoral de Pedro Téllez Carrasco y Teresa Pacheco Miranda.

La obra ensayística de Pedro Téllez Pacheco se goza en la consideración sensual, objetual y conceptual del libro. Por supuesto, dista de una apología fetichista de la literatura, pues el oficio de los escritores de raza se sustenta en su vinculación dialógica con las letras que lo anteceden y la vida misma que acarrea sus objetos voluptuosos, manjares y bebidas. Hoy nos corresponde presentar su más reciente colección de ensayos, Elogio en cursiva del Libro de Bolsillo (2014), bajo el sello amigo de Ediciones Protagoni, c.a. de Luis García. Valga mi entusiasmo como lector y comentarista, nos parece que este título no sólo confirma la recapitulación obsesiva de los temas que siempre han ocupado a Pedro Téllez, amén del afilado instrumental de disección crítica y expresiva, sino también la evolución y consolidación de una de las voces más interesantes y comprometidas del momento literario en Venezuela.

El ensayista es entomólogo, bibliotecario y reportero del mundo que lo embarga en sacudidas que colindan entre la revelación poética y el malabarismo intelectual que despotrica de los convencionalismos academicistas. Los trece comensales de la cena del ensayo, paradójicamente, se trasladan a la carnadura de las trece especies animales que se desplazan con suma vivacidad por el jardín que alude, a su vez, al Paraíso y el Infierno del cual nos habló Malcolm Lowry en sus desquiciantes novelas. Las ratas que no leen pero sí orinan, defecan y habitan los bloques de la biblioteca, nos remiten al poema objeto que es el ensayo homónimo de este libro. El culto al libro como objeto y texto cobra suma vitalidad en un discurso harto amoroso: No nos sorprende la inmediatez y la oralidad picante de una conferencia como Biblioteca Personal del Diablo: Su texto vivo, afín a un espíritu sedicioso y charlatán, centra su desnudez en el cambio frenético de la vestimenta, desde el retruécano hasta la sátira y la carnavalización de su discurso: "El Diablo se excita con los místicos del Siglo de Oro español, con las traducciones del Cantar de los Cantares de Fray Luis de León, y con la tercera redacción del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz y con la Séptima Morada de Santa Teresa".

No podemos pasar por debajo de la mesa un libro carnal, callejero y desternillante: Conversaciones con Taxistas que complace y se conduele del morbo de todo lector que se precie de serlo y vivirlo. Persiste la mirada entomológica que excede la del psiquiatra y el sociólogo, pues no sólo aprisiona los testimonios contra el papel como coleópteros clavados con chinches, sino clasifica a los taxistas además de incorporar categorías como “taxear” y “ruletear”. Incluso nos podríamos topar con un pastiche que involucra los géneros de la crónica urbana, el cuento breve o la fábula que troca en bestiario envilecido. Se mixtura lo académico con lo popular, no obstante lo que le dice el taxista As a su colega Travis Bickle en el film “Taxi Driver” de Martin Scorsese: "No soy Bertrand Russell, tan sólo soy un taxista". El taxista pareciera pues falsificar la voz poética y revulsiva de Juan Calzadilla: "A mí no me gusta mujer con perro, porque al perro le encanta lamer cuca". Otro conductor explotado se redime estrellándose contra las grandes tetas de una mujer: "¡esto es una maravilla!"

Otro de los hallazgos notables de este conjunto ensayístico es el fabuloso Mapa Temporal del Ensayo en la Venezuela del Siglo XX. ¿Persiste entonces el tono entomológico o epidemiológico? Por fortuna, Téllez construye una cartografía crítica invaluable del género en el país nacional y contemporáneo que, junto al Paisaje del ensayo venezolano (1999) de Oscar Rodríguez Ortiz, han de tenerse en cuenta como aproximaciones que se oponen al clima insulso de las Universidades venezolanas, bonapartistas o no. Coexisten en un sancocho cruzado, diverso y disímil el conservadurismo sociológico de Laureano Vallenilla Lanz, la escritura clasicista de Arturo Uslar Pietri, el egotismo de Rufino Blanco Fombona adosado a su comentarista Ángel Rama, y la heterodoxia marxista de Ludovico Silva, por supuesto, en la multiplicidad factorial de sus afectos y repulsiones en el campo político, cultural y estético. En un futuro, a corto o mediano plazo, nos tocará incluir este magnífico mural ensayístico en un Canon nacional flexible, problematizador y dialéctico.

He aquí otro salto en la discontinuidad reticular de este elogio al libro en rústica: Amistad y Sabiduría, homenaje que festeja a su padre, el Doctor Téllez Carrasco, y a sus amigos Humberto Giugni, Roman Prypchan y Rafael Carías. La relación con la figura paterna no es para nada kafkiana, por el contrario, nos remite a una visión plena de ternura y de muy buen humor, tal como lo celebran y lo poetizan los cuentos del escritor y dibujante polaco Bruno Schulz [como si ocurriese en la pista humilde y dionisíaca de un circo latinoamericano].

Leer y revisitar este estupendo libro no es un desangrar del corazón, sino un abrazo fraternal y solidario con el lector de a pie. No nos queda duda, es uno de los mejores libros publicados en los últimos treinta años por los valencianos de San Simeón el estilita, San Desiderio o Rasputín el monje bonchón. Si no lo creen así, sugerimos cruzar y contrastar su lectura con títulos tales como "Antología del Decir" de Luis Alberto Angulo, "La luna no es de pan de horno" de Laura Antillano, "Acento de Cabalgadura" de Enrique Mujica, "Círculo Croata" de Slavko Zupcic, "Matadero" de Reynaldo Pérez Só y "Última luna en la piel" de Orlando Chirinos. Este libro objeto de Pedro Téllez muestra impúdicamente su carnadura, sus coyunturas y cartílagos. No nos interesa, pues, el discurso terrorista de la valencianidad proferido por un ex burgomaestre y sibarita sin alma.