Thursday, July 26, 2007

EL LIBRO: UNA EXTRAÑA MERCANCÍA. Arnaldo Jiménez


EL LIBRO: UNA EXTRAÑA MERCANCIA

Arnaldo Jiménez


Para comprender mejor el hermoso papel que debe jugar el libro en una sociedad socialista es preciso que indaguemos un poco en lo que el libro ha sido en la sociedad capitalista. Son muchos los aspectos que hay que considerar en esta relación del libro con la sociedad y de la sociedad con el libro; pero trataremos de focalizar nuestra atención en la paradoja que resulta de la producción del texto escrito en tanto que mercancía, una paradoja que mantiene en tensión al ser humano despierto a estos juegos esquizos del mercado y de la industria: el mercado necesita y rechaza al libro al mismo tiempo. Por ello es imposible que dejemos a un lado la relación del mercado con el lector y con el tipo de lectura que el primero de los nombrados necesita más.


Si nos preguntáramos por qué y para qué el mercado necesita al libro tendríamos que aventurar las siguientes respuestas. Nos ocuparemos primero del por qué. La respuesta es obvia si nos atenemos al modo de cómo funciona el mercado capitalista. Lo necesita porque por medio de él obtiene y reproduce un tipo de ser humano que responde a sus intereses. La respuesta a la pregunta del para qué lo necesita es más obvia aún, el mercado necesita este tipo de lector porque requiere vender la mercancía y extraerle el plusvalor tal como lo hace con todas las demás mercancías, es decir, precisa vender y vender bastante. Esto no es tan contradictorio con los tirajes de las editoriales pequeñas que sólo llegan a editar mil ejemplares de cada libro y no superan la docena de autores publicados en un año. Tampoco es contradictorio con esa capacidad que tienen las pequeñas editoriales de terminar convertidas en cementerios bibliográficos. Digo que es más bien complementario, porque el libro de las grandes editoriales no sólo vende a un autor y a un tipo de contenido sino a un concepto estético de lo que debe ser un libro, este concepto funciona como ideal para las pequeñas editoriales y como patrón para el consumidor, allí entra en juego el tipo de carátula, los colores y brillos de las mismas, los títulos que están dirigidos a captar compradores, los renombrados autores, etc. todo ello tiene una inversión económica que las pequeñas editoriales no pueden alcanzar y por tanto el lector, al hacer la comparación, termina entrampado en las estrategias de ventas. Bien, pero aunque esto sea importante, a nosotros nos interesa mucho más internarnos en otras motivaciones que están escondidas detrás de esos brillos de los libros, dentro de esa trampa editorial o comercial.


Había dicho que el mercado, entendido como un espacio múltiple por donde circulan las leyes económicas de la oferta y la demanda, entendido como espacio mediador y vehiculizador del encuentro entre el vendedor y el comparador, entendido en fin como el lugar donde el uso de una mercancía se transforma en cambio, prolongación necesaria de la industria porque allí ésta regenera el consumo y las motivaciones reales e imaginarias del mismo. Esta dupla multiplicada en todos los espacios societales tienen objetivos comunes que tienen que cumplir para sostener el estado de cosas existentes, uno de ellos es producir y reproducir un tipo de subjetividad acorde con sus necesidades e intereses. La subjetividad es la producción de un molde de personalidad que se acopla luego a una serialidad que sería la entrada a un discurso en el cual el sujeto es ya preconcebido, entendido, definido, identificado, y él, el sujeto mismo, no está de más que recordemos que sujeto es aquél que está sujetado, agarrado a algo, en este caso a un discurso, decía que el sujeto mismo al entrar al discurso participa de esta construcción que de él está llevando a cabo la industria y el mercado, de esta manera se le reducen las posibilidades de comprenderse de otra manera. El molde y la serialidad funcionan articulados como cualquier mercancía.


El lector que necesita la industria, y no sólo la editorial, cuando hablo de industria me refiero a un sistema complejo de macroengranajes que aunque estén aislados física o territorialmente, las funcionalidades los ensamblan y nos permite entenderlas como un inmenso organismo multifacético que se encuentra al mismo tiempo en todas las direcciones del planeta y en todas las instituciones de la sociedad, la iglesia, la escuela, las leyes, etc. Repito entonces, el lector que necesita la industria es aquel que por un lado no tenga necesidad de buscarse y por tanto de leer y por otro se acepte o se comprenda como un ser consumidor, devorador de las ilusiones por medio de las cuales él taponaría una carencia producida a su vez por el sistema de trabajo capitalista, si sabemos que este procura ir vaciando progresivamente el alma del ser humano y colocar en el lugar del alma al deseo. Los grandes vendedores de libros les ofertan a las personas lo que ellas deberían buscar, y estas búsquedas tienen que ver con la lectura o más bien con la mirada de la realidad y no tan sólo con las ofertas editoriales, tienen que ver no con una cura imaginaria, una idealización del yo en tanto que entidad aislada capaz de soportar los manejos publicitarios, la manipulación mediática, sino con un encuentro con las potencialidades del ser como arquetipo viviente y en cuanto ser con una alta carga de misterio y de irrealidad. Es muy fácil hablar del alma de los demás mientras vendo setenta millones de libros, el ser humano de los betsellers es un ser desterritorializado, es un ser casi angélico más allá del hambre y la tragedia cotidiana del diario vivir que tiene que ver más con el espíritu de resistencia de nuestras miserias, incluida aquí por supuesto la pobreza, que con las caricias de la virtudes que casi siempre brotan cuando tenemos la satisfacción de las necesidades primarias garantizadas. En estas ofertas el sujeto vuelve a ser entendido como un ser unitario, predecible, definible. Un lector con estas cualidades responde fácilmente a la fragmentación del lenguaje por los sistemas computarizados: si, no, prendido, apagado, cancelar, continuar. Sin dudas, las grandes editoriales reproducen las condiciones alienantes de la sociedad capitalista.


Ahora quisiera que nos acercáramos un poco a entender por qué la sociedad capitalista rechaza o forcluye al lector si le es tan necesario como ya hemos visto.


No todo es encierro, no todo es paranoia panóptica del sistema. La sociedad capitalista tiene escollos, pequeños huecos respiratorios, puertas secretas por donde podemos pasar hacia otra manera de entendernos y encontrar joyas preciosas en medio de espesos fangos y cuevas oscuras. Podemos decir que son lugares de humanización. El libro, es uno de estos huecos de fértil respiración, como objeto va en contra de sí mismo en su cualidad de mercancía. Puede ser usado para romper el molde del cual ya hablamos y producir otra subjetividad, otra serialidad, un discurso donde el ser humano no sea preconcebido, por tanto, el libro forjaría otro tipo de lector. Todo esto convierte al libro en una mercancía extraña, una mercancía que aún contentiva del valor de uso y de cambio, es el uso su valor supremo, tanto para hundir al lector en una mediocridad inmisericorde, en una esclavitud a las leyes del mercado, como para soltarlo hacia sí mismo, como para liberarlo de su propia madeja y permitirle comprenderse como muchos en uno. Porque en el libro se encuentra, tanto como en la oralidad, la gran fuente de donde renace el ser humano cada vez que se encuentra a punto de fenecer: el lenguaje con todos sus poderes, por eso a diferencia de otra mercancía, el libro no es trabajo muerto objetivado, sino trabajo vivo subjetivizado.


El lector que la industria rechaza es un lector que comprende que el lenguaje no puede ser insultado, rebajado en su misterio y transformarlo en mercancía, es decir en algo cognoscible, tangible y cuantificable, es un lector que no se sabe porque no es un yo determinado de ante mano, es un nosotros individual, un individuo múltiple. Es un lector que entiende que él es un enigma, un misterio, por cierto la misma cualidad que tiene eso que está fuera de él y que al portar la misma dignidad de lo indescifrable, los iguala: la realidad. Es a este tipo de lector que la sociedad capitalista busca marginarlo a fuerza de minimizar su radio de acción, porque en él se encuentra el germen de otro ser humano más comunitario, un ser humano que al romper con el yo del neoliberalismo, que se inserta en el engranaje de la subjetividad yoica del capitalismo, se prepara para ser un colectivo de carne y hueso, ya que el colectivo es la unión de muchos seres con un alto nivel de conciencia económica, política, ecológica, etc, así como de sus individualidades y del papel que juegan en la sociedad. Este lector pues es la existencia de un ser socialista dentro de las condiciones de vida del capitalismo, condiciones que tienden a privatizar al cuerpo y al pensamiento. Y aquí entramos en otra paradoja, los libros cuya concepción estética está acorde al gran silencio que los signa o en todo caso son proporcionales al grado de no decir que los funda, no logran sobrevivirse, son devorados por la pulsión de muerte de la sociedad capitalista. Y aquellos libros que, moderados en sus vestimentas y en sus tirajes logran acarrear una verdad dentro de ellos, transportan sangre, tuétanos, pálpitos de vida, superan esa pulsión y se acomodan al lado del principio del placer que son aquellas fuerzas que en vez de negar el placer y el disfrute de vivir, lo afirman. Claro en todo esto existen matices que son necesarios tomar en cuenta, señalo algunos: pueden haber buenos escritores en grandes editoriales, una vez que se convierten en clásicos y aseguran las ventas; aunque este no sea el único caso. Ya sabemos de los malos escritores en grandes editoriales. En unos y en otros “las verdades” son multiplicadas con las ventas, pero casi siempre ganan los criterios de la novedad, la moda, etc, donde se ubican los segundos. También existen malos escritores en pequeñas editoriales, quienes pasan desapercibidos al igual que los buenos escritores en las mismas editoriales, opacados por el mercado y las políticas de distribución.


Pero si la sociedad capitalista genera una tipología del lector, una clasificación de los libros, también podemos encontrar una tipología del escritor. En primer lugar tenemos a los escritores vitrinas, esos seres casi sobrenaturales que escriben cien libros en un año y todos son éxitos de ventas, también los denomino escritores máquinas. En segundo lugar nombramos a los escritores por salvación, aquellos seres que acuden a la escritura para sacarse de encima los demonios que los atormentan, los seres que los siguen, la celebración de vivir, los sueños que los atropellan, las verdades que quieren compartir, el canto que desean echar andar por los canales de la mirada y de la escucha del otro. Por último, para no fastidiar en la búsqueda de más especies en esta zoología editorial, tenemos a los escritores híbridos o escritores bicéfalos. Estos escritores son mixtos, algunas genialidades se le cuelan en medio de la mediocridad, un poco de salvación y una dosis de vitrina, son a veces incómodos, uno no sabe si creer en ellos o no.


Sigamos. En los objetivos de aplanar al lenguaje y con ello al pensamiento y con el pensamiento al ser humano, la sociedad capitalista ha convertido a la información en una mercancía más, el avance de la microelectrónica, la cibernética y la robótica, acorralan al lenguaje que, es la única propiedad que no podrá ser privatizada nunca, es el primer bien de nuestras apetencias, es el objeto que no es tal, es el sujeto que no se encadena, es la garantía de nuestra permanencia. Digo que ese acorralamiento procura hacer que el lenguaje no diga más al hombre ni a la mujer, no los acune, no los sostenga. Pretenden que los humanos nos contemplemos como siendo parte de un código formal, un mensaje fragmentado, una comunicación sin la presencia de los hablantes seres, tarea que no logran de manera absoluta pero en la que han habido algunos avances, el lenguaje computarizado, los signos que le son afines contribuyen a formar una idea falsa de lo que es la comunicación. La virtualización de cada rincón del planeta es un síntoma patológico de la separación que crece de alma a alma. Permítanme decir que el libro es más que comunicación con el otro, es a la vez comunicación conmigo mismo, es conocimiento de lo que soy en el despliegue del tiempo y de lo que soy en los fueros de la intimidad, es pluralidad de voces, socialismo en potencia. Es así cómo podemos encontrar la función del libro en una sociedad socialista dentro de la misma sociedad capitalista. Lo cual me hace afirmar que forma parte del derrumbe del capitalismo, es una pala más con la cuál el capitalismo cava su propia tumba. El bien colectivo, que es el lenguaje, debe ser protegido, bien tratado, el libro no es un objeto de lujo para grupos privilegiados, mucho menos la escritura, mucho menos la lectura. Cuando cada uno de nosotros, desde las posiciones que nos han tocado en la sociedad y en el trabajo, cobre conciencia de esta verdad, ya sabemos por cuál escritor, cuál lector, cuál libro, cuál sociedad vamos a elegir, por cuál de ellos debemos apostar y debemos optar. A este respecto sobran las palabras.


Pero para que lo antes dicho ocurra es preciso que el arte de trabajar con la palabra no se divorcie de las realidades fundamentales del hombre, que los habitantes de un país encuentren en sus poetas, ensayistas y narradores, no sólo los retratos de su sociedad, en los cuales de seguro encontraran sus propios gestos y actitudes, sino además el meollo existencial del hombre atemporal, ese desencuentro que lo funda, ese silencio enfermizo que le permite el habla, esa oscuridad intransitable que le desvía la mirada hacia la claridad. La literatura es una correspondencia recíproca entre un secreto escurridizo y una revelación ilusoria. Un accidente, un evento y la eternidad. Cada hoja escrita tiene su complemento en una vacía, el tiempo encontrado y fijado se deforma en un tiempo perdido y escurridizo. Todo lo que no es dicho permite el decir, lo revelado descansa en la imposibilidad de iluminar lo que sigue oscuro. La obsesión de captar la belleza está aunada a su permanente movimiento.


Un libro sería así una mercancía que en vez de crear a un sujeto aislado contribuiría a crear a un colectivo en cada ser; en vez de propinar una desgarradura en el cuerpo físico, imaginario y cognoscitivo del lector, es decir, en vez de crear una falta que sería la señal de la alienación, crearía una completud, una tierra psíquica, un pueblo en el alma, colmaría un hueco abierto por la ausencia mía dentro del otro y la del otro dentro de mí. El libro en la sociedad socialista también tiene que ser un espacio suprahistórico donde ordenamos nuestras palabras y con ellas nuestras vivencias, nuestras ocurrencias y celebramos la ocasión de compartirlos como hostias de lenguaje.

Tuesday, July 17, 2007

CONDICIÓN DE LECTOR: CARLOS YUSTI. Tomado de "Tiempo Universitario", Valencia, 16-7-07, edición 555, p. 6


martes 17 de julio de 2007

CONDICIÓN DE LECTOR: CARLOS YUSTI. Tomado de "Tiempo Universitario", Valencia, 16-7-07, edición 555, p. 6

Condición de lector: Carlos Yusti.

1- ¿Qué libro relee, qué autor? A Voltaire, y el libro que releo siempre Los papeles póstumos del club Pickwick, de Charles Dickens.

2- ¿Qué libro no pudo terminar y por qué? Lolita , de Vladimir Nabokov, mi ritmo siempre han sido las mujeres maduras.

3- ¿Qué autor no le gusta? Paulo Coelho, por lo elemental de su estilo y por las obviedades babosas que escribe.

4- De todos los lugares de su casa, ¿cuál prefiere para leer? El sofá de la sala.

5- ¿Le gusta leer fuera de su casa? ¿Cómo y en dónde? Cuando era joven leía en cualquier parte, un café, una plaza, etc. Ahora sólo lo hago en la casa.

6- ¿Qué géneros prefiere: narrativa, ensayo o poesía? Ensayo y narrativa, y una que otra obra de teatro.

7- ¿Cuál es su autor preferido? Witold Gombrowicz.

8- ¿Hay algún verso o fragmento de libro que recuerde y repita? “La vida me enseñó los libros”, en las Memorias de Adriano.

9- ¿Qué autor le parece poco valorado? Gabriel Jiménez Eman, Orlando Chirinos. No obstante tienen fieles y consecuentes lectores en los que me cuento.

10- ¿Qué libro le hubiera gustado escribir? Los tres mosqueteros o Moby Dick o Doña Bárbara en estilo gay.

11- ¿Con qué personaje literario se identifica? Con Sancho Panza.

12 . ¿Con qué libro ha llorado? Más que llorar me han producido mucha tristeza El coronel no tiene quien le escriba, Bajo las ruedas, de Herman Hesse y algunos cuentos de Francisco Massiani.

13. Nombre tres libros con los que se ha sentido un lector agradecido. 1.- Rayuela. Esta novela de Julio Cortázar es un reto humanístico y cultural sin igual. 2.- Los ensayos de Michel de Montaigne. El ensayo como género elástico y erudito es su gran enseñanza. 3.- Vida y opiniones del Caballero Tristram Shandy. Novela que prefigura la novela contemporánea y la que vendrá.

14. Si usted fuese miembro de la Academia Sueca, ¿a quien le daría el Nóbel de Literatura?A Ernesto Sabato. Sobre Héroes y tumbas es un novelón inagotable.

15. ¿Que libro le recomendaría a Dios? Las obras completas del Marqués Sade.

16. ¿Qué libro invitaría a leer al Diablo? Todos los libros de autoayuda para fastidiarlo nada más.

Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 28 exposiciones individuales. En la actualidad es el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna.

Thursday, July 12, 2007

SUSPENSIÓN DE LA EXPOSICIÓN AFICHES EQUÍVOCOS DE GUILLERMO CERCEAU Y LUIS MAVILLA


Estimados Panas: Lamentablemente, se suspendió hasta nuevo aviso la exposición de afiches titulada "AFICHES EQUÍVOCOS DE GUILLERMO CERCEAU Y LUIS MAVILLA", PAUTADA HOY 12 DE JULIO A LAS 7 PM EN LA ALIANZA FRANCESA. Estamos consternados por las molestias que tal suspensión traiga consigo. Sin más, José Carlos De Nóbrega.

RESPUESTA AL CUESTIONARIO FORMULADO POR RAFAEL SIMÓN HURTADO. CONDICIÓN DE LECTOR: JOSÉ CARLOS DE NÓBREGA



Estimado Amigo: Ahí te va la respuesta:




Condición de lector: José Carlos De Nóbrega.




1.- ¿Qué libro relee, qué autor? Los Clásicos, por supuesto. En este momento releo la obra de Elías Canetti, un autor que ni la academia ni las modas logran devaluar en el más abyecto de los silencios. Asimismo lo hago con Macbeth de Shakespeare, bien acompañada la lectura con la magnífica versión cinematográfica de Akira Kurosawa: Trono de Sangre. Ser testigo de las metamorfosis inherentes al discurso poético me place más que la enumeración soporífera de los títulos y las condecoraciones de los grandes doctores en letras (una aspirante al doctorado mostró recientemente su asombro ante la Orden de las Mangueras Desbraguetadas, en su Primera Clase, conferida a un Maestro de quien sólo refería tonterías). ¡Vaya semejante consuelo!




2.- ¿Qué libro no pudo terminar y por qué? Todavía sigo disfrutando la lectura de la obra poética de Ledo Ivo (1940-2004). La tomo y retomo sin ningún dejo de culpabilidad. Me planteo un millón de excusas para no terminarlo.




3.- ¿Qué autor no le gusta? De ésos prefiero no hablar.




4.- De todos los lugares de su casa, ¿cuál prefiere para leer? Mi gabinete épico, lírico y popular.




5.- ¿Le gusta leer fuera de su casa? ¿Cómo y en dónde? Tendido en la tierra, bajo la cual hormiguean seres fantásticos y caníbales.




6.- ¿Qué géneros prefiere: narrativa, ensayo o poesía? La literatura es una sola; es como la Biblia: multigenérica y plena de voces diversas y contradictorias. La fe no es nada sin la dialéctica.




7.- ¿Cuál es su autor preferido? Comprende la cadena de autores atados a la angustia de las influencias. De Kafka a Borges; de Cervantes a García Márquez; de Balzac, pasando por el epiléptico y febril Dostoievski, a Bryce Echenique; de Virgilio a Orlando Chirinos o Slavko Zupcic. De Montaigne / Bacon a Pedro Téllez o Guillermo Cerceau.




8.- ¿Hay algún verso o fragmento de libro que recuerde y repita? Ha hablado el viento una lengua extraordinaria, Enriqueta Arvelo Larriva.




9.- ¿Qué autor le parece poco valorado? De ésos hay muchos: mal leídos y peor digeridos. ¿Quieres un nombre? En nuestro medio, Elías Canetti o León Trotsky.




10.- ¿Qué libro le hubiera gustado escribir? Los de Paulo Coelho, para complacer a una amiga que porfía en darse de cabezazos contra el muro lamentable, amén de poseer una obscena chequera. Por otra parte, quizás Pedro Téllez –atribulado por Carlos Yusti- escribiría los libros místicos de Conny Méndez. No, en serio, el que aún acaricio entre la vigilia y el sueño.




11.- ¿Con qué personaje literario se identifica? Con Groucho Marx, pues no simpatizo con grupos que me admitan como miembro.




12.- ¿Con qué libro ha llorado? La risa desencajada y sin consolación que provoca el Quijote de la Mancha.




13.- Nombre tres libros con los que se ha sentido un lector agradecido. Entre ellos El Perseguidor y otros relatos de Julio Cortázar, La Conciencia de las Palabras de Elías Canetti y los Ensayos Completos de Montaigne.




14.- Si usted fuese jurado de la Academia Sueca, ¿a quien le daría el Nóbel de Literatura? Al loquito que inventó el hit, le dio un botellazo a Juan y recibió una tunda de Manuel. A Borges no le hace falta el Nobel de Literatura.




15.- ¿Que libro le recomendaría a Dios? El Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce.




16.- ¿Qué libro invitaría a leer al Diablo? La Poesía de San Juan de la Cruz y la prosa pedigüeña del cura Rivolta (sin duda un heterónimo de Madame Kalalú). Salud, afición.

Thursday, July 05, 2007

INVITACIÓN A LA EXPOSICIÓN "AFICHES EQUÍVOCOS" DE GUILLERMO CERCEAU Y LUIS MAVILLA EN LA ALIANZA FRANCESA


Valga la invitación a la exposición "Afiches Equívocos" de Guillermo Cerceau y Luis Mavilla, cuya inauguración está pautada para el jueves 12 de julio de 2007 y su clausura será el día martes 31 de julio, en la sede de la Alianza Francesa de Valencia (ubicada en la urbanización El Viñedo, avenida 139, n° 102-28). En el marco de dicha exposición, los días miércoles 18 y 25 de julio se realizarán dos charlas acerca de la fotografía: la primera sobre Diane Arbus (a cargo del escritor José Carlos De Nóbrega) y la otra sobre Lewis Carroll (a cargo del narrador Richard Montenegro), en la Alianza Francesa a las 6 pm.

Wednesday, July 04, 2007

ANTOLOGÍA PARA INICIADOS. Carlos Yusti


Valencia es una ciudad a la cual detesto y sufro (no siempre en ese orden) con insana vehemencia. Su actividad creadora la hace cada tanto tolerable. Sus poetas, pintores, actores de teatro y algunos dementes escapados del psiquiátrico de Bárbula le otorgan su picaresca y ese acorde pintoresco sin igual; sin mencionar su godarria histórica que todavía sobrevive en los intersticios de la vida mundana y silvestre.

La historia literaria de la ciudad es tan ancestral como su emperifollado conservadurismo. Escribir es fácil, pero lo complicado es convertirse en un escritor que pueda sobresalir de la foto de grupo y para ello a veces el talento es menos importante que las relaciones públicas. A sotto voce se especula que el medio cultural valenciano es sólo una maricocracia en pleno ejercicio de sus poderes y facultades. Algo ferdydurkiano posee la atmósfera literaria de Valencia y por esa razón quizá también me gusta el ambiente. El manicomio de egos inflados de inmadurez y nadería va campante por las tertulias, los brindis y cualquier otro sarao literario. Escritores de primer, segundo y tercer orden se labran sus orillas, sus feudos a fuerza de triquiñuelas viles o risueñas. Quienes tengan veleidades de escritor más que preocuparse por el estilo deben abocarse por encontrar su sitio en el ladrillaje de autores que conforman la gran pared literaria de la ciudad. Como nunca he tenido claro cuál es mi lugar, intento trepar los muros y traspasar cualquier tipo de lindero.

La ciudad con todo su vaho literario viene de nuevo, pero esta vez no vuelve en algún nostálgico recuerdo, sino que llega en formato de libro antológico: Palabras de anunciación y otras adyacencias. Titulo algo elucubrado, un poco críptico, pero enseguida el subtitulo lo esclarece: antología plural en celebración de los 415 años de la fundación de la ciudad de Valencia. La selección y el prólogo pertenecen a Néstor I. Rivera Urdaneta.

Sin abrir el libro traslado la mirada a la contraportada atiborrada de rostros conocidos, de autores que he leído (algunos por cumplir con la tarea y otros por el sólo placer de leer buena literatura), de escritores amigos (y uno que otro no tanto) con quienes he compartido alguna cerveza o una buena discusión sobre literatura. El libro es una buena excusa para hacer algunas digresiones sobre las antologías y en ese plan.

Toda antología que se precie es más significativa por los autores que no incluye que por aquellos que la conforman. Otro rasgo necesario y distintivo es la excusa (o razones) del compilador para antologizar a un determinado autor y dejar al margen a otro. De igual forma es necesario destacar que las antologías antes que ser una guía de los derroteros literarios, es el surrealista encuentro de autores dispares en la mesa de operaciones de un compilador equis con paraguas incluido o casi.

Sobre la antología en particular que ha suscitado estas líneas se puede aseverar que sobran los nombres de José Napoleón Oropeza, José Joaquín Burgos y Fracisco Martínez Liccioni. Oropeza no necesita de esta antología, pero quizá el compilador consideró que el libro sí lo necesitaba a él, ya saben, para darle seriedad y status al libro. Burgos es un caballero andante de la poesía y la narrativa, con sus aciertos y yerros a la par, demostrando una constancia envidiable. Honradez y oficio con la palabra le permiten estar o no estar en cualquier antología. Liccioni tiene un pulso poético firme que ya ha marcado sus pautas correspondientes. Entre los nombres que faltan tenemos a Jesús Puerta, María Narea, Luis Cedeño, Sergio Quitral, Carlos Osorio, Héctor Gustavo Alvarado.

Con respecto a los textos que conforman el libro ninguno tiene desperdicio. Por supuesto los cuentos escritos por Slavko y Rafael Simón tiene ese talante de inmejorable literatura. Los ensayos de Pedro Téllez y José Carlos De Nóbrega son síntoma de que el género ensayístico se encuentra en buenas manos. En suma, el libro deja un buen sabor en el alma y eso ya es bastante. Antología para iniciados y novicios con veleidades de tinta impresa.

Como coda final sólo tengo que citar al compilador: “Es obligante acotar, recordando los criterios subjetivos del compilador a la hora de escoger los trabajos que nutren una antología, que palabras de anunciación y de otras adyacencias no es concluyente ya que importantes nombres no aparecen en el texto,…” Esta tampoco es una crítica concluyente y uno que ha llegado a esto de la literatura con pie plebeyo va deshojando la margarita del si me quieren o no me quieren por pura maricada. Pero la literatura con el tiempo hace su propia selección natural, su conclusiva antología, lo que no hay es que desesperarse.


Tomado de Tiempo Universitario, Valencia 02 de Julio de 2007 / 4ªEtapa / Año XII, Nº 553, Columna Muestras sin Retoques, página 6. Por supuesto, es cortesía de nuestro amigo Rafael Simón Hurtado.

Monday, July 02, 2007

EL LIBRO Y EL SOCIALISMO: VINDICACIÓN DE UNA HERRAMIENTA REVOLUCIONARIA E INDEPENDIENTE (1).


EL LIBRO Y EL SOCIALISMO: VINDICACIÓN DE UNA HERRAMIENTA REVOLUCIONARIA E INDEPENDIENTE.
José Carlos De Nóbrega.

1.- En otras palabras: durante la dictadura, no podrá hablarse seriamente de crear una nueva cultura, si por tal entendemos su elaboración a nivel histórico superior.(...)Pero por su esencia no es la dictadura del proletariado una organización cultural que crea una nueva sociedad, sino un orden de combate revolucionario para conseguirla. León Trotsky, Literatura y revolución (1923; 2006, El Perro y la Rana).

Este aserto cobra significación en el debate que aborda la inclusión de las mayorías en el fenómeno cultural, tanto en el papel de espectadores activos como en el de hacedores auténticos más allá de una mera apreciación de lo pintoresco y autóctono. Se diluye la frontera entre lo culto y lo popular: el libro ha de ser un instrumento de liberación del intelecto y la espina dorsal, estremecidas ambas instancias de placer estético. La literatura clásica y actual se ha servido de la cultura popular para la escritura de obras que aún sorprenden a los lectores de hoy: el Quijote, el teatro de Lope de Vega, los romances castellanos, el Romancero Gitano de García Lorca; la poesía del decir de voces como las de Neruda, los hermanos Machado, Miguel Hernández, o Ernesto Cardenal. No se puede obviar el inconveniente que es procurar una cultura proletaria, pues la dictadura del proletariado constituye un período de transición y no un fin en sí mismo. Por lo tanto, no es anatema leer a Homero, Virgilio, Dante, Bocaccio, Shakespeare, Cervantes, Garcilaso de la Vega, Dostoievski, Tolstoi, asumiendo en una mentalidad comprensiva de amplio espectro la condición ideológica, socioeconómica, religiosa y cultural de cada cual. Guillermo Cerceau me había contado que en una reunión del Ministerio del Trabajo había surgido esta revelación: Cuando un obrero lee poesía, sin duda ocurre un acto revolucionario. En este caso, Trotsky se refiere a la política cultural: esto es la “asimilación sistemática, bien planeada, y naturalmente crítica, de los elementos más indispensables de la antigua cultura”. Las propuestas plásticas de Armando Reverón y Bárbaro Rivas, sin mediar la problemática de la formación académica y/o autodidacta, poseen una calidad innegable sin que la una excluya a la otra. ¿Acaso la obra de Juan Félix Sánchez es de menor valía estética que la de Carlos Raúl Villanueva? No es asunto de acentos ni de énfasis: el habla andina al igual que un castellano intervenido por la entonación francesa se dan el gusto de proponer un discurso artístico válido, personal y seductor. El arte sucede y la rosa es sin por qué, aforismos que nos incluyen y reconcilian sin importar –en primera instancia- quién fue Whistler o Angelus Silesius.

Sunday, July 01, 2007

JULIO DE 2007: MES ANIVERSARIO DEL GRUPO LI PO


CELEBRANDO EL TERCER ANIVERSARIO DEL GRUPO LI PO:

Están cordialmente invitados a las actividades relativas al mes aniversario de nuestro grupo. He aquí la programación dedicada a la persistente generosidad de nuestro querido público:

Sábado 7 de julio, Lectura de textos literarios por miembros del grupo.

Sábado 14 de julio, Construcción de un manifiesto del Grupo Li Po: posición en torno a la distinción de lo culto y lo popular; la política y el estado; la cultura y la revolución; hacia una visión de lo estético y la interrogante sobre la pertinencia de lo ético en una coyuntura de cambio.

Sábado 21 de julio, Homenaje al poeta Li Po.

Sábado 28 de julio, De la Guerrilla Mediática: Wu Ming, Yes Men, el Comandante Marcos y otros focos de infiltración crítica de los mass media.

La cita es, como de costumbre, a las 10:30 am en el ámbito hospitalario y cómplice de la sede de Librerías del Sur (Valencia), primer nivel del Centro Comercial Camoruco, Avenida Bolívar Norte.