Friday, August 24, 2012

EN/CLAVE POÉTICA: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DEL DECIR (4)

EN/CLAVE POÉTICA: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DEL DECIR (4)


José Carlos De Nóbrega

                                                         Ilustración de Yilly Arana    

Todavía no me canso de decir que Juan Calzadilla (1931) es el poeta más joven del país. A sus veinte años de edad poética y artística, sigue obsequiándonos libros y dibujos asombrosos. Su actitud crítica y traviesa ante la vida persiste con terquedad: Su propuesta plástica, por ejemplo su Poética visiva y continua, vincula el dibujo y la poesía con absoluta impunidad; es caligrafía que recrea en el museo  un maravilloso circo que complacería a Mateo Martán, atenuando así el dolor de su alma escindida y astillada. El poeta abre el cuerpo del poema para escrutar las almas resbaladizas de los espectadores; dialogamos con nuestro amigo en el vouyerismo de la ranura que nos invita a dar el gran salto. Los libros de Juan tienen un indudable carácter objetual, pues son tocables y nos tocan de la única manera posible, esto es por vía de la Poesía del Decir. Tomamos estos cuerpos escritos con una dosis de simpatía, complicidad y sumo placer: Agendario (1988) nos demuestra una vez más su visión cruda, irónica pero amorosa de la ciudad; el estrecho e inútil formato de la agenda se convierte en la cama sobre la cual se revuelcan cuerpos desnudos, bestias y versos insólitos. ¿Qué decir de la inmediatez poética de Noticias del Alud, ese breve poemario que embiste la hipocresía de los medios de comunicación y la compasión de beatos y pequeños burgueses ante el deslave de Vargas? Si revisamos su más reciente antología personal, Ecólogo de día feriado, no nos sorprende que el discurso poético de Juan transite impunemente entre el tratamiento de la imagen surrealista de Ciudadano sin fin y la Poesía del Decir que hoy día ennoblece la lectura cómplice del mundo. Como bien observara Miguel Márquez, la terca rebeldía de Juan Calzadilla no ha claudicado ante los accidentes históricos que le ha correspondido ver y criticar: Su poesía es multiforme, pues asume indistintamente la lírica del rock o el punk, las pintas obscenas y cómicas en las paredes de los espacios públicos, o la impostura discursiva de los manuales de instrucciones que ponen nuestro mundo de cabeza. El discurso transgenérico no es pose intelectual ni diletante experimentalismo vacuo, sino la encarnación deliciosa del juego de la línea y la palabra: “En nuestra ciudad hay muchas variedades / de perros y una sola especie / de ciudadano: el perro”. Si bien un guariqueño, Enrique Mujica, nos enseñó a escuchar y saborear el habla llanera en tanto trapiche –almacén, inventario y alambique-, este muchacho de Altagracia de Orituco hace otro tanto en el abordaje lúdico y combativo de la ciudad: “como jonás lleno de incertidumbre / moré en el vientre de la ciudad”. No hay una preocupación compulsiva por el estilo, pues las flores de papel de seda no son más que un triste remedo de la realidad circundante; se trata de decir las cosas con la propiedad y la soltura que necesita el coito de la voz poética con el mundo, no importa si el tenor es dramático o sardónico.

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