Tuesday, September 08, 2015

SE SOLICITA CRONISTA CON PLUMA PROPIA. José Carlos De Nóbrega

SE SOLICITA CRONISTA CON PLUMA PROPIA
José Carlos De Nóbrega

     Después de dos años, el 3 de septiembre de 2015 fue constituido el consejo consultivo que elegirá al cronista de Valencia, en este caso, la persona que sustituirá al Doctor Guillermo Mujica Sevilla. No nos sorprende esta curiosa tardanza, dadas la paupérrima institucionalidad cultural local, de espalda a los cultores y artistas, y la banalización del discurso político en el país. El equipo que asume esta responsabilidad, no sólo debe determinar quién será el cronista y mayordomo patrimonial e histórico de Valencia, sino también adeuda a esta sufrida ciudad una posición crítica y asertiva en torno a su depredación ambiental, urbanística y mercantilista.

     Por tal urgente razón, el consejo consultivo encabezado por José Varela, presidente del Concejo de Valencia, y complementado por los ediles Fernando Núñez, Amarily Morales, Orlando Tortolero, Henry Alvarado y Manuel Molina, además del cronista Evencio Díaz, el historiador Carlos Cruz y el funcionario municipal Santiago Rodríguez, ha de enfrentar el afán manipulador del cabildeo o lobby que pervierta el proceso de postulación, consignación de recaudos y elección del cronista valenciano. Nuestra ciudad no puede seguir tolerando su desmantelamiento y destrucción de parte de los poderes fácticos e intereses de clase o tribu.

     Si bien las postulaciones y recaudos se recibirán en la sede de la Cámara Municipal hasta el jueves 10 de septiembre, este polemista compulsivo propone públicamente cuatro ases de la baraja y un comodín: los poetas José Joaquín Burgos y Luis Alberto Angulo, los ensayistas Pedro Téllez y Carlos Yusti, amén del promotor cultural Richard Montenegro. Todos ellos están avalados por una obra literaria y periodística, además de su indudable actuación de divulgación cultural y protección patrimonial. Por supuesto, nos anima también el hecho de que, cada quien en su estilo, ninguno se convertirá en una voz débil, burocratizante y claudicante en lo que toca a la defensa integral de la ciudad. Conocemos, de muy buena fuente, postulaciones políticamente correctas que entrañan la continuidad del bachaqueo multifactorial que ha convertido a nuestra Valencia de San Desiderio en una ciudad bombardeada inmisericordemente por la indolencia burocrática, el despropósito político y la mezquinad mercachifle.

     El nuevo cronista de Valencia ha de esgrimir pluma propia, a contracorriente del ejercicio vertical y bancario del Poder. No puede sepultarse en este Mausoleo de Desperdicios, de facto y metafórico, a esta ciudad cercada de odios, perjuicio estructural de lesa humanidad cuyos autores intelectuales están identificados: los dos más recientes y chirriantes burgomaestres, Edgardo Parra y Miguel Cocchiola. Como se puede constatar, no importa la etiqueta política e ideológica, cuando de vapulear a la ciudad y a los ciudadanos se trata. En el primer caso, tenemos el imperio del nepotismo y, en el segundo, la administración municipal remeda a la del Club Ítalo o a la de Maderas Imeca. Las “fuerzas vivas” persisten en quebrantar a Valencia en dos toletes clasistas: el Norte y el Sur, sólo que la fealdad física y arquitectónica, la contaminación ambiental y su espíritu hostil los hermana en la más abyecta decadencia.

     El cronista de Valencia no puede distraerse en la colección y la curaduría romántica de fragmentos históricos y anécdotas edulcoradas que, peor aún, funcionen como coronas fúnebres de este desmadre de larga data. Por el contrario, su apuesta amorosa va por una reconstrucción histórica y crítica de la ciudad, muy distante del fetichismo ideológico, la esterilidad academicista y la improvisación insubstancial. ¿Es posible la reconstrucción de la urbe que reivindique a la ciudadanía? ¿La institucionalidad política, cultural y académica tendrá el coraje de asumir la reflexión autocrítica necesaria que conduzca al rescate del patrimonio material e inmaterial de Valencia? No se trata entonces de los malos hábitos del funcionariado que justifican su salario y peripatético poder en la medianía funcional y, sobre todo, en la ausencia e ignorancia de una cultura de auténtico servicio a las comunidades.

     He aquí dos poderosos referentes y puntos de apoyo para aquel que se precie de ser un atento cronista de su ciudad y tiempo histórico: los escritores José Rafael Pocaterra y Enrique Bernardo Núñez. No basta quitar el moho y la mierda de las palomas en sus estatuas, sino una reconsideración crítica y sentida de su obra literaria. Es menester el rigor y la transparencia del Decir y el Quehacer por la Valencia de nuestros afectos.

                                       Blasina Ríos de Marín, valenciana nacida en Los Sauces,
                                       simpática matrona y trabajadora insigne

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